La zona media de la cara, es decir, la parte de los pómulos (medial y lateral) actúa como un verdadero sostén de los tercios inferior y superior.
Cuando envejecemos, se produce una importante reabsorción del hueso y de los paquetes grasos de la cara, provocando una importante pérdida de volumen, apareciendo a la vez una pérdida de firmeza que hace que los tejidos de la cara aparezcan descolgados y flácidos
Al perder volumen en la zona media de la cara, las bolsas de los párpados tienen menos soporte y salen más hacia afuera, se marcan los surcos nasogenianos y también los surcos nasoyugales dando la impresión de dividir el pómulo en dos, a la vez que influyen en la posición del labio superior y en los surcos de la comisura. Todo ello produce la impresión de una cara flácida.
Por todos estos efectos es primordial tratar el tercio medio a la hora de abordar los tratamientos de rejuvenecimiento facial. Debido a su importancia hemos de considerar siempre si necesita tratamiento o puede ser también parte de nuestra estrategia de prevención.
El tratamiento del tercio medio se realiza fundamentalmente reponiendo el volumen perdido con ácido hialurónico.
Actualmente disponemos en el mercado de ácidos hialurónicos con la suficiente consistencia para producir una buena elevación de los tejidos sin utilizar mucho volumen. El conocimiento de la anatomía de los paquetes grasos y los ligamentos de retención es imprescindible para realizar tratamientos de resultados naturales.
Este tratamiento dura 30 – 40 minutos aproximadamente, no precisa anestesia pues ya la incorpora y el paciente puede reincorporarse inmediatamente a su vida normal.
Durante el primer mes el ácido hialurónico se adapta al tejido y el aspecto de la piel mejora gracias a su cualidad de hidratar y regenerar la piel. El resultado de estos tratamientos duran de un año a un año y medio.
Es también una excelente prevención del envejecimiento. En especial en personas que ya tienen poco pómulo y por tanto poco soporte, también puede aumentarse el volumen del pómulo si lo consideramos necesario, realizando lo que denominamos un embellecimiento y armonización facial, estudiando los rasgos de cada paciente y buscando la máxima armonía.